martes, 16 de diciembre de 2008

Una uña en el pasillo


El siguiente articulo trata de un drama cotidiano.

A todos nos ha pasado. ¿Será una pajita? ¿Un palo? Y uno se agacha ingenuamente para retirar ese pequeño resto blanco que ocupa intrusamente el centro de nuestro pasillo. Es a mitad de descenso cuando uno constata, no sin cierta repugnancia, que está ante un ejemplar de uña perfectamente recortada por humanos dientes caninos. Uña perfecta, cuarto creciente. Como la jodida sonrisa del gato en Alicia el país de las Maravillas. En ese momento la confusión nos turba, siempre. Nuestro intelecto busca responsables, y ante la imposibilidad de hallarlos con certeza, siempre se opta por una de las dos siguientes actitudes. Siempre. Da igual la latitud y la cultura: pocas veces ha existido tal unanimidad intercultural en la respuesta ante el mismo fenómeno. En la milenaria historia de los hombres hay, como hemos dicho, sólo dos elecciones posibles. Se puede, en primer lugar, recoger la uña y lanzarla por la primera ventana abierta que uno encuentra –procurando pensar en otra cosa que nos distraiga del contenido asco que la uña mordida nos produce-. La otra opción consiste en darle una discreta patadita que deposite la uña a un lado de nuestro camino, confiando en no volver a encontrarnos con ella nunca más, e intentando –sin éxito habitualmente- desechar ese sentimiento de culpa que nos embarga al remover esa desasosegante presencia con una patada.

Así son las cosas y asi de simple y predecible es el ser humano, un ejemplar unico, pero no por ello brillante.

1 comentario:

  1. Lo peor de las uñas olvidadas es en verano, porque la gente suele andar descalza y derrepente y sin previo aviso parece que te ha mordido el pie una fauz uni-dentada. Empiezas bien, fijandote en cositas pequeñas y no me extraña que el futuro me sorprendas con articulos a macro escala. Por cierto, buena reflexión al final del articulo, espero con impaciencia otro post como se que tu esperas los mios.
    Nos vemos en el punto más agudo de la dulce satira.

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