viernes, 16 de julio de 2010

El Enamoradizo Hidalgo Don Juan de la Mancha (Introducción)

Bienvenido, querido lector, a una entrañable histora de un hombre que de tanto amorio, perdio el juicio, quizás te resulte familiar...

Introducción

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, hace ya un tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Unas reservas alimentarias tanto escasas y con la desgracia de no ser destinado a cocinero. El resto de él concluía en sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mismo, y los días de entresemana se honraba con su pañuelo de lo más fino.

Tenía en su casa un ama de llaves, gorda, que pasaba de los cuarenta, una sobrina, fea, que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza.

Dicen que nuestro caballero tenía el sobrenombre de Girasol o margarita, aunque en esto, no hay alguna diferencia en su motivo, ya que su menudo cráneo se orientaba a las mozas como tal flor al Sol; mas por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba Don Juan, una mofa más a su… escueto éxito con animales (humanos o no) a los que, por osadía o falta desgaste de dignidad, osaba arrimarse. Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración de él no se salga un punto de la verdad.


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